Bali y las setas mágicas: alucinando en el trópico

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Bali y las setas mágicas: alucinando en el trópico

Experimentar un viaje alucinógeno en Bali es algo extraordinario. Las setas mágicas están a disposición de los turistas para viajar a otro nivel de consciencia.

Las setas alucinógenas son muy fáciles de conseguir en la fascinante isla de Bali. Las calles están llenas de vendedores, por lo general chicos adolescentes, que se ganan la vida con ellas. Kuta, la principal ciudad turística de Bali, tiene una estupenda oferta de estos hongos.

Turistas con las pupilas dilatadas, caminando en zig-zag por la calle y observándolo todo meticulosamente, es una imagen muy frecuente en Kuta. Sus nubes y pintorescas puestas de sol ofrecen un entorno maravilloso para este tipo de experiencia. Aquí abunda el entretenimiento, desde bares de blues y Reggae, hasta discotecas de música Dance y excelentes restaurantes, Kuta lo tiene todo. Es un popular destino turístico del sudeste asiático que atrae a miles de visitantes todos los años.

En Indonesia hay una tolerancia cero en materia de drogas. La compra de marihuana por parte de un turista puede tener graves consecuencias, como el encarcelamiento. La posesión de drogas como la cocaína o la heroína, si es descubierta por la policía, acarrea serios problemas. En Bali funciona así: los vendedores de drogas tienen conexiones con la policía, todos se conocen entre sí, y cuando un turista compra drogas, se informa a la policía, que amenaza al turista con la cárcel, a menos que le entregue miles de euros. Una vez que se transfiere el dinero, la policía libera al turista y le da una parte al vendedor. Aunque las setas alucinógenas son ilegales, su venta está extraoficialmente aprobada, por lo que su compra no causa ningún problema.

Vayamos ahora a las Islas Gili, famosas por sus fiestas. Son tres islas con forma redonda cerca de Bali, que se llaman Gili Trawangan, Gili Air y Gili Meno. La más grande y turística es Gili Trawangan. La policía no se pasa por estas islas muy a menudo, por lo que sus habitantes venden marihuana y, por supuesto, setas mágicas. Estas islas ofrecen unos paisajes impresionantes, hermosos atardeceres e increíbles playas llenas de fantásticos bares y restaurantes. El buceo es una actividad muy común, debido a la abundancia de arrecifes de coral y vida marina, entre la que se incluye todo tipo de peces y también tortugas. A veces, enormes colonias de tortugas se acercan nadando y ofreciendo a los buceadores una alucinante experiencia. En cuanto a los restaurantes, se puede comer pescado fresco a la parrilla con hierbas y especias por sólo 50.000 rupias (unos 3,5 euros).

En lugar de enrollarme hablando de setas y cultura, decidí entrevistar a un amigo que ha experimentado Bali y sus setas en las Islas Gili. Empecemos.

"Saliendo del aeropuerto. La humedad tropical hizo que la ropa se me pegara al cuerpo inmediatamente, y el fascinante aroma de Bali inundó mi nariz. El taxista intentó cobrarnos 200.000 rupias, pero nosotros sabíamos que eran 50.000, y eso fue lo que pagamos. Tras llegar al centro de Kuta, mi amigo y yo nos trasladamos con las mochilas al hotel más cercano. Por el camino, unos adolescentes intentaban vendernos setas, marihuana y otras cosas de forma insistente; hoy no, pensamos. En el balcón, me fumé un cigarrillo y contemplé ensimismado el paisaje tropical de Kuta.

Al día siguiente, desayunamos de lujo: un bocadillo deluxe con bacon, lechuga y tomate con patatas fritas, creo. Después, nos bañamos en la piscina del hotel. -¿Probamos esas setas que anuncian por todas partes?- preguntó mi amigo. -Claro, ¿por qué no?- respondí yo con entusiasmo. Así que nos dirigimos a la calle Poppies Lane y vimos un cartel en la pared, "Setas Mágicas 24h Un Viaje Súper Alucinante", que parecía de fiar, por lo que seguimos la flecha hasta la casa de una familia. Una mujer nos recibió y nos preguntó si queríamos setas mágicas, a lo que respondimos "¡Sí!" a la vez. Sacó una bolsa de setas y puso unas cuantas en una batidora. Las setas eran pequeñas, la mitad negras y la otra mitad plateadas; la mujer las cubrió de zumo de cereza y encendió la batidora. Regresamos al hotel, brindamos y nos pimplamos aquel brebaje de cerezas y setas. Al cabo de unos 30 minutos, empezamos a notar algo, pero fue después de 1 hora cuando sentimos su efecto.

La experiencia no fue nada buena. En la calle había demasiados estímulos, y tuvimos que mantener la calma porque no queríamos ser presa de los traficantes de drogas, sobre los que habíamos escuchado historias horribles. Me dolía un poco el estómago y, cuando llegamos a la playa, el cielo estaba completamente gris. Nos dimos cuenta de que la arena estaba cubierta de botellas y bolsas de plástico. Parecía una especie de apocalipsis. Fue un mal viaje pero interesante, porque vimos qué Kuta era de los lugareños, no el basurero de los turistas. Tuvimos varias epifanías y, tras la experiencia, regresamos al hotel y dormimos durante varias horas.

Al día siguiente, mi amigo decidió irse, debido a una repentina epifanía del tipo "tengo que centrarme y arreglar mi vida". Y yo me quedé en Kuta. La mala sensación del día anterior fue disipándose poco a poco y me fui a dar un paseo por la ciudad, hablando con los habitantes y otros turistas. Me pasaron muchas cosas interesantes, pero vayamos al tema de las setas. No podía irme de Indonesia sin experimentar un viaje alucinante, por lo que decidí ir a Gili Trawangan.

Es un lugar extraordinario, con impresionantes paisajes, playas y atardeceres. Una noche conocí a unos turistas ingleses, gente maja. Nos fuimos de fiesta, tomamos unas copas y decidimos probar las setas alucinógenas. Casi todos los bares de Gili Trawangan venden setas decentes, así que nos acercamos a la barra y pedimos unas bebidas de hongos. Nos costaron 100.000 rupias por vaso, que era una ración suficiente para una persona. Las setas estaban mezcladas con vodka y Red Bull. Después de tomar el brebaje, empezó la magia.

Nos fuimos a la playa y nos tumbamos en la arena. Las setas empezaron a hacer efecto. El cielo comenzó a cambiar de color, fue como si mi percepción de lo que son los colores estuviera cambiando. La distancia entre objetos estaba muy distorsionada. Me miré la mano y parecía que era tan larga como de la Tierra a las estrellas. Observé un barco que parecía el Titanic, aunque era un pequeño bote pesquero. Entonces, empecé a ver un objeto enorme en el cielo, que cada vez se asemejaba más a una cara humana. Y apareció el rostro de Buda, tan grande como un planeta lejano, cercano a la Tierra; pero ¿que era la Tierra en aquel instante? En mi mente había muchas preguntas sin sentido. Las estrellas empezaron a arremolinarse alrededor de la cara de Buda, y pensé, bueno, no pensé, estaba allí, en el momento. Mis colegas ingleses eran geniales, se pusieron a hacer el tonto y a bailar. De repente, decidimos nadar en las aguas negras de la noche. Fue estupendo. El agua parecía una sustancia gelatinosa y yo flotaba en ella sin más, y su movimiento provocaba una agradable sensación en mi piel. Todo estaba fresco. Tocarme las piernas y los dedos de los pies fue una extraña experiencia. Pensé, ¿son míos? Después del viaje, nos separamos y yo me fui a la cama; pero no pude dormir. No dejaba de pensar en todas las epifanías y alucinaciones. Fin".

Hay algo muy interesante en la experiencia de Bali y las Islas Gili. Es un fenómeno que se observa en distintos destinos turísticos del sudeste asiático. Hay mucha fiesta y los turistas disfrutan de la vida, aunque a 10 minutos de la calle principal de Kuta haya muchísima pobreza. Los empleados de las agencias de turismo sólo ganan 70 euros al mes, y la gente apenas puede sobrevivir. Es bueno prestar atención al imaginario mundo turístico que ha sido creado de forma sintética para cegar a los turistas mientras se divierten. De todas formas, si lo que buscas en el sudeste asiático es un viaje de setas mágicas, viaja a Bali o a las Islas Gili y disfruta de la experiencia.