¿Son las setas mágicas la respuesta a la adicción a los opioides?
Publicado
Abril 7, 2020
Categorías
Salud
La psilocina, el alcaloide activo de las setas mágicas, está siendo analizada para ayudar a la gente que padece diversas adicciones. Los países occidentales se enfrentan a una crisis de opioides sintéticos que está provocando que millones de personas desarrollen adicciones graves, ¿podrían ayudar las setas mágicas a acabar con este círculo vicioso?
¿Sabías que consumir setas mágicas puede hacer mucho más que colocarte? La investigación de la psilocina (la versión activa de la psilocibina) está demostrando que podría ayudar a desbloquear ciertas rutas cerebrales que contribuyen a combatir la adicción. La adicción a los opioides con receta se está cobrando más vidas que la heroína, ¿podrían ser las setas mágicas la clave para acabar con la crisis de los opioides? Sigue leyendo para averiguarlo.
LA CRISIS DE LOS OPIOIDES
Está claro que el mundo se enfrenta a una epidemia de opioides. Millones de personas padecen dolor, ya sea agudo o crónico, y muchos países de todo el mundo han decidido que la mejor forma de combatir este dolor es con analgésicos opiáceos.
En 2012, los opioides recetados en Estados Unidos alcanzaron una cifra sin precedentes; los médicos estadounidenses prescribieron estas sustancias a más de 80 de cada 100 pacientes. Ese mismo año, extendieron más de 255 millones de recetas de medicamentos opiáceos.
Afortunadamente, este volumen ha empezado a decaer. En 2017, la media de prescripción de estos fármacos fue de 58,7 recetas por cada 100 personas, la más baja en 10 años. Sin embargo, se siguen recetando opioides a uno de cada dos pacientes estadounidenses.
Este enfoque abusivo ha hecho que millones de americanos desarrollen adicciones graves. Según datos de la National Survey on Drug Use and Health de 2015, más de dos millones de personas sufrían adicciones causadas por analgésicos con receta. La heroína, por otro lado, "solo" fue culpable de 591.000 adicciones ese mismo año.
En la actualidad, las sobredosis de fármacos son la principal causa de muerte accidental en Estados Unidos. En 2015, más de 52.000 estadounidenses fallecieron a consecuencia de una sobredosis de drogas. De estas muertes, más de 20.000 fueron causadas por analgésicos con receta.
En Europa se está empezando a manifestar la misma tendencia, aunque a un ritmo mucho más lento (se calcula que el 80% del suministro mundial de opioides se consume en América del Norte).
EL PROBLEMA DE LOS ANALGÉSICOS OPIÁCEOS
Los analgésicos opiáceos como la oxicodona, la hidrocodona, la codeína, la morfina y el fentanilo tienen muchas deficiencias. Pero uno de sus mayores inconvenientes es que son altamente adictivos. Incluso cuando los receta un médico, estos medicamentos pueden hacer que una persona desarrolle rápidamente tolerancia, dependencia y, finalmente, adicción.
Cuando los opioides llegan al torrente sanguíneo, producen un fuerte aumento de endorfinas y de la señalización de la dopamina. El aumento de estas sustancias, dependiendo de en qué zonas del cerebro estén implicadas, no solo reduce la sensación de dolor, también provoca una fuerte euforia, ya que estos fármacos interfieren con las vías de recompensa cerebral. Cuando los opioides imitan a estas vías, el cerebro se acostumbra a querer tomar la droga de forma repetida. Es entonces cuando una persona corre el riesgo de convertirse en adicta o dependiente.
CONCEPTOS BÁSICOS SOBRE LA ADICCIÓN
La adicción es un proceso complejo que ha sido objeto de innumerables estudios académicos durante años. Hoy en día, sabemos que la adicción está causada por cambios en las vías de recompensa del cerebro, un complejo sistema en el que está implicado principalmente el neurotransmisor dopamina.
La dopamina se libera cuando nuestro cerebro cree que necesitamos recordar un suceso o una sensación concreta, como la euforia que se obtiene con drogas como los opioides. El fuerte incremento de dopamina causado por los medicamentos opiáceos hace que no solamente recordemos el subidón que experimentamos con una droga, además nos empuja a buscar ese efecto en el futuro. Esto es básicamente lo que llamamos el mono.
Cuando sucumbimos a esta situación, sentimos placer, y volvemos a experimentar una subida de dopamina, que lo único que hará es que tengamos más mono. Esta sensación de placer está causada por el aumento de actividad de los neurotransmisores en epicentros hedónicos del cerebro, como el tronco del encéfalo, el pallidum ventral, el núcleo accumbens y la corteza orbitofrontal.
Con el tiempo, el cuerpo desarrolla tolerancia, obligándonos a consumir más cantidad de droga para sentir los mismos efectos. Existen dos teorías sobre la causa de la tolerancia a los opioides; la primera afirma que los receptores opioides podrían volverse menos sensibles a una droga en particular con el paso del tiempo, mientras que la segunda sostiene que el consumo continuado de opioides podría ocasionar una disminución de los receptores opioides del cerebro debido a un proceso conocido como regulación negativa.
Los opioides son depresores, lo que significa que deprimen numerosos sistemas fisiológicos. Para combatir esto, el cuerpo se regula positivamente o al alza. Cuando el organismo se acostumbra a una droga determinada, se regula de forma positiva y preventivamente en momentos concretos o lugares específicos donde se ha consumido la droga antes. Si no se está bajo los efectos de la droga, los sistemas del cuerpo siguen estando regulados, lo que causa síntomas como sudoración, aumento de la frecuencia cardíaca, ansiedad, etc.
Estos síntomas de abstinencia pueden ser tan graves que la persona siente que no puede funcionar sin la droga. Y esto es lo que conocemos como adicción. Pero, ¿qué hace que algunas personas sean más propensas que otras a volverse adictas a una sustancia o a un comportamiento? Aquí es donde las cosas se complican.
La adicción afecta a lo que los científicos llaman red neuronal por defecto (RND), un conjunto de regiones cerebrales que están activas en estado de reposo o cuando no estamos haciendo nada en concreto (como cuando soñamos despiertos). Los estudios que comparan la actividad de la RND en adictos a la heroína con la de personas no adictas, han comprobado que, entre otras cosas, los adictos presentan una mayor actividad en zonas como el hipocampo derecho, y una menor actividad en la corteza cingulada dorsal anterior derecha. Estas diferencias afectan al autocontrol y al procesamiento de la memoria de la persona adicta, y son los principales aspectos del comportamiento adictivo.
PSILOCINA VS TRATAMIENTOS TRADICIONALES PARA LA ADICCIÓN
Los tratamientos tradicionales se quedan en la superficie. Los tratamientos que ayudan a dejar de fumar (como los chicles y los parches de nicotina) funcionan reprimiendo los receptores de nicotina del cerebro. De forma parecida, los síntomas de abstinencia de opioides a veces se tratan con metadona o buprenorfina. Pero combatir los síntomas de abstinencia no cambia la conducta adictiva. La psilocina, sin embargo, es diferente.
Investigaciones realizadas por la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins demuestran que la psilocina podría ofrecer un nuevo enfoque que aborde el problema desde la raíz.
Los estudios muestran que, bajo la influencia de la psilocina, el cerebro humano es capaz de crear nuevas conexiones entre regiones que normalmente no se comunican. Esto es lo que los investigadores llaman "crosstalk".
Robin Carhart-Harris, un destacado investigador moderno de los psicodélicos y su potencial como medicamentos, comprobó esto en sus primeras investigaciones sobre los efectos de la psilocina en pacientes con depresión. En una Tedx Talk de 2016, Carhart-Harris explica que esta comunicación en un cerebro normal está "limitada" a zonas o regiones específicas. Sin embargo, bajo los efectos de la psilocina existe una comunicación mucho más libre y abierta entre las distintas partes del cerebro.
La investigación llevada a cabo por Carhart-Harris y otros investigadores de este campo indica que la psilocina es capaz de "reajustar" el cerebro. De hecho, los pacientes que participaron en ensayos clínicos sobre la depresión, usaron la analogía de que la psilocina les ayudó a "limpiar" y a "reiniciar" su cerebro. Al generar este crosstalk entre diferentes regiones del cerebro, la psilocina podría estar ayudando a eliminar los patrones de actividad cerebral que impulsan el comportamiento adictivo. Por ello, la psilocina podría ofrecer un enfoque mucho más amplio para tratar la adicción, en vez de simplemente combatir los síntomas de abstinencia.
MÁS ALLÁ DE LAS SETAS MÁGICAS: OTROS PSICODÉLICOS COMO MEDICAMENTOS
La psilocibina y la psilocina no son los únicos compuestos psicodélicos con posibles aplicaciones médicas. La investigación moderna de los psicodélicos se remonta a la década de los 50, cuando el psiquiatra británico Humphrey Osmon acuñó por primera vez el término "psicodélico" combinando dos palabras griegas: "psique", que significa mente, y "delos", en el sentido de revelar. Los estudios de sustancias psicodélicas como la psilocibina/psilocina y el LSD, alcanzaron su punto máximo alrededor de los años 70, y han resurgido en los últimos cinco años.
Lo que esta investigación demuestra es que los psicodélicos son mucho más que meras drogas de fiesta. Se trata de unas sustancias poderosas que, cuando se consumen con cuidado y respeto (como han hecho cientos de culturas durante miles de años), podrían tener propiedades curativas.
En los años 70, por ejemplo, el psiquiatra checo Stanislav Grof publicó Reinos del inconsciente humano, un trabajo pionero que detalla su investigación del LSD. En su libro, Grof dice de los psicodélicos que tienen el "insólito potencial" de servirnos como "herramientas para explorar la mente humana". De hecho, Grof llegó incluso a afirmar que los psicodélicos son tan importantes para la psiquiatría como el microscopio para la medicina o el telescopio para la astronomía.
EL FUTURO DE LA INVESTIGACIÓN PSICODÉLICA
Tantos años de prohibición y estigmatización de las drogas han hecho que resulte muy difícil analizar y entender las sustancias psicodélicas. Afortunadamente, este estigma está cambiando, y se están abriendo nuevos caminos para la comprensión de estos compuestos, sus mecanismos de acción y, lo más importante, su potencial como medicamentos.
En lo que respecta a la psilocina, aún estamos en los comienzos de su investigación, pero las cosas están avanzando. En septiembre de 2019, la Universidad Johns Hopkins anunció la inauguración de su Centro de Investigación Psicodélica y de la Conciencia. Este centro, que obtuvo una financiación de 17 millones de dólares por parte de donantes, estará dedicado al estudio de compuestos como la psilocina y el LSD para combatir una gran variedad de trastornos mentales, como la depresión, la adicción, etc.
Y aunque todavía estamos muy lejos de entender por completo estas sustancias, los avances de la investigación significan que los millones de personas afectadas por la adicción a los opioides y otros medicamentos, podrían tener pronto acceso a una forma de tratamiento mucho más amplia de las que estaban disponibles hasta ahora.