Un estudio indica que las setas alucinógenas combaten la depresión

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Un estudio indica que las setas alucinógenas combaten la depresión

Todo un símbolo de los locos años 60, las setas alucinógenas solían ser la droga de los hippies y los espíritus libres. Pero una nueva investigación demuestra que la psilocibina se puede usar para curar la depresión prolongada de unos voluntarios cuando fracasan los fármacos con receta.

Un estudio reciente podría haber allanado el terreno para un cambio sin precedentes en la forma de tratar la depresión. Según este estudio, el consumo de psilocibina, una sustancia psicoactiva que se encuentra en las setas, ayuda a curar la depresión prolongada. En él, se suministró dos dosis controladas de psilocibina a 12 voluntarios, a los que se pidió que completaran un cuestionario durante las semanas siguientes. Este cuestionario se centraba en la observación de los síntomas de la depresión, dando a cada voluntario una puntuación para su depresión.

Ocho de los doce voluntarios mostraron una mejora significativa en sus puntuaciones tan sólo 1 semana después del tratamiento. Al final de los tres meses del período de observación, 5 de los 12 voluntarios afirmaron no tener depresión. Estos resultados parecen haber logrado algo que los medicamentos con receta llevan años intentando. Si se tiene en cuenta que la psilocibina causa menos efectos secundarios que los fármacos con receta - ¿podría ser la madre naturaleza la clave para combatir la depresión prolongada?

Antes de que te abrume el deseo de salir a recoger setas, merece la pena leer los detalles del estudio. Aunque no hay duda de cómo se sintieron los voluntarios al final, los investigadores nos advierten de la magnitud del estudio. 12 voluntarios no son ni por asomo la cantidad necesaria para concluir cualquier hipótesis concreta. Dada la forma en la que la psilocibina afecta a los consumidores y la complejidad del cerebro humano, haría falta llevar a cabo una investigación con una muestra mucho más grande. Pero veamos los aspectos positivos del estudio, ya que este tipo de investigación marca un cambio en la percepción de la psilocibina.

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El estudio fue realizado por investigadores del Imperial College de Londres, el Maudsley NHS Trust, el King's College de Londres, el Royal Hospital de Londres y la Fundación Beckley. Se analizó una muestra de 12 voluntarios salidos de un grupo original de 72, después de que 60 de ellos fueran descartados por no cumplir los criterios del estudio. Según estos criterios, los voluntarios debían ser personas con depresión prolongada y que no habían respondido a tratamientos anteriores. Se administraron dos dosis de psilocibina con una semana de diferencia. La primera se trató de una pequeña dosis de prueba para advertir cualquier efecto negativo en los voluntarios, mientras que la segunda fue mucho más fuerte. Algunos de los voluntarios experimentaron ciertos efectos secundarios, concretamente náuseas y dolor de cabeza, que desaparecieron rápidamente. No se produjeron los efectos secundarios prolongados que a veces afectan a los pacientes que toman fármacos con receta.

Se utilizó psilocibina porque esta sustancia se une a los receptores de serotonina del cerebro, al igual que la mayoría de antidepresivos. El Profesor David Nutt, coautor del estudio, describe la diferencia en la estructura química de las setas como "muy distinta a los actuales antidepresivos con receta, y de acción mucho más rápida". Los investigadores concluyeron que este estudio sirve como apoyo para "la seguridad y eficacia de la psilocibina en el tratamiento de depresiones prolongadas y promueve que se lleven a cabo más ensayos".

Los efectos registrados de la psilocibina fueron muy positivos, aunque de corta duración. La salvedad de estos alentadores datos vino dada por la puntuación de la depresión. Cuanto más se acercaban a la última dosis de psilocibina, la puntuación de los voluntarios empezaba a aumentar. Pero esto no fue aplicable a todos, sino que de los 12 originales, sólo 5 dijeron haberse librado de los síntomas relacionados con la depresión al final del período de tres meses.

No hay duda de que los resultados iniciales de este estudio apuntan en una dirección que no había sido considerada previamente. ¿Podría utilizarse la psilocibina para tratar una enfermedad que está catalogada como la discapacidad más grande del mundo? El estigma que lleva asociado el alucinar con setas es el culpable de que este tipo de investigaciones hayan tardado tanto tiempo a llevarse a cabo. Eso y la clasificación gubernamental de la sustancia. Los investigadores necesitaron una autorización por parte del Ministerio del interior para poder llevar a cabo este estudio, ya que las setas de psilocibina aún se consideran como una sustancia de Clase 1. Es sin duda un paso positivo hacia un intento más natural de aliviar los síntomas de la depresión, y seguramente se trate de una buena noticia para los enfermos, que al igual que los voluntarios, no responden a los tratamientos actuales.